Somos tres, aunque podríamos ser muchos más. Porque si algo nos une, es que somos personas cualquiera. Eso sí, tenemos una buena amistad y siempre que podemos nuestros planes tienen algo que ver con escaparnos del ruido entre el que vivimos. Preparamos la mochila y a la montaña. Si hay algo que nos puede definir, es que necesitamos hacer las cosas de manera diferente.

Y fue en una de estas huidas cuando todo empezó -mucho antes de que se nos pasara por la cabeza la idea de subirnos a un kayak-. Al pasear por el río y no ser capaces de distinguir el agua del cauce de la basura de la orilla.

Así es como dos de nosotros, Pablo y Aitor, decidimos remar corriente abajo el año pasado. Una travesía que nos llevó a recorrer en kayak los últimos 120 km del Ebro con una intención: conectar con el agua para olvidar por un rato lo que pasaba en la tierra. 

Algo dejamos en cada uno de los campamentos. Algo que nos vuelve a llamar desde aquella playa o aquel embarcadero. Lo suficientemente alto como para querer repetir este año. En suficiente silencio como para no haber oído su lamento el año pasado. La expedición se ha de repetir, así de claro.

Jorge se une a nuestros planes de viaje, y juntos empezamos a descubrir más en profundidad lo que en la anterior expedición nos habíamos perdido. Queremos descubrir, soñar ser exploradores y llegar mucho más allá de donde un kayak nos pueda llevar. 

La misma curiosidad por entender los problemas que están llevando a este lugar único a su desaparición, nos lleva al equipo a remar con un nuevo compromiso. No sólo volveremos con todo el equipo de travesía, también con nuestra experiencia en el mundo audiovisual, cámaras y un plan de rodaje para documentar toda esta historia. Y esta vez, con los oídos bien abiertos para no perdernos nada